Cómo afecta el estrés a la salud dental

En términos generales, se suele relacionar la salud dental con la higiene correcta y la buena presencia. Pero no es así, porque hay otros factores que pueden afectar a la salud dental, como el estrés. Y es que un estado mental y anímico de tensión pueden tener un impacto muy negativo en la salud de los dientes y de la boca.

El estrés, además, es algo que padecemos la mayoría de las personas, de un modo u otro, con mayor o menor frecuencia y con mayor o menor intensidad. Y el modo de presentarse que tiene es mediante reacciones físicas cuando se produce una situación detonante.

¿Cómo es el impacto del estrés en la salud bucodental?

Entre los problemas más comunes en la boca y los dientes que se pueden asociar al estrés, se encuentran el desarrollo de úlceras bucales o la aparición de enfermedades de las encías y, consecuentemente, de mayor sarro y caries.

Pero, como consecuencia del estrés, los que lo padecen también pueden reaccionar con comportamientos y hábitos que añaden un mayor impacto negativo a la boca, como el tabaco, una dieta descuidada o, simplemente, el descuido en la higiene dental.

El bruxismo a causa del estrés

Entre los efectos más comunes del estrés en la boca, se encuentra el bruxismo, que no es otra cosa que el rechinar de dientes. Esta es una enfermedad que afecta a muchos pacientes y que, en realidad, puede conllevar muchos más problemas que el propio desgaste de las piezas dentales.

Las formas más frecuentes de bruxismo suponen que los pacientes aprietan los dientes de un modo inconsciente. Si el bruxismo es durante el día, suele ser más silencioso, mientras que si es por la noche, puede producir un ruido por el movimiento y frotamiento de los dientes que se aprietan.

Entre los problemas que esto supone, se encuentran, directamente, el desgaste de las piezas y del esmalte, con un mayor riesgo de sufrir fracturas, caries, dislocaciones o incluso pérdida de piezas.

Además, el bruxismo, por la fuerza que se supone que ejercen los dientes unos sobre otros, también puede ocasionar dolores musculares y graves problemas óseos en la mandíbula y en la boca.

No solo esto, sino que un bruxismo crónico puede incluso provocar migrañas graves, lo que también conlleva otros problemas que afectan a la salud general, como falta de descanso y de sueño, falta de concentración, etc.

¿Qué podemos hacer para evitar el bruxismo?

Para atenuar o prevenir el bruxismo, o para no caer en situaciones de tensión y estrés, hay varios consejos que se pueden llevar a cabo en el día a día:

  • Practicar deporte: la práctica de ejercicio físico ayuda a liberar tensiones, ya que se estimula la producción de endorfinas, que son unas hormonas que proporcionan sensación de bienestar. Igualmente, llevan a las personas a concentrarse en tareas y pensamientos diferentes de las preocupaciones o trabajos que provocan el estrés.
  • Hacer ejercicios de respiración y meditación: trabajando la respiración y dedicando un tiempo a la práctica de meditar también ayuda a conseguir un estado de relajación que aleja de situaciones de tensión y estrés, por lo que es más fácil no padecer el bruxismo temido.
  • Gestionar el tiempo de un modo más eficaz: la organización del tiempo es otro factor que puede evitar caer en momentos de estrés y escenarios de agobio. Es cierto que, en la actualidad, tendemos a acumular tareas y responsabilidades por encima de nuestra capacidad, por lo que una gestión óptima del tiempo disponible también puede ayudar.

Hay muchas otras acciones cotidianas que pueden ayudar a controlar el estrés, pero lo importante es que cada uno sepa encontrar e identificar las que le sean verdaderamente útiles.

Como consejo general, es conveniente prestar atención a cuando no se está masticando, para no caer en movimientos o contactos indeseados entre los dientes. En caso de observar esto, lo mejor es identificar cuál es el desencadenante.

Y, por último, acudir y consultar al dentista sobre los dolores y molestias, si es que suceden, que estén relacionados con los dientes, las articulaciones y la mandíbula. De este modo, se puede prevenir o atajar una afección que está más presente de lo que se piensa.

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